miércoles, 30 de mayo de 2007

6:30AM



Hoy por la mañana salimos a caminar al monte, subimos poco y de ahí se veía la ciudad como una linea flotando entre tanto polvo. Los senderos agujereados estaban listos para hacernos perder, pero la tribu siguió su tradicion de cuidarse las espaldas. En 5 minutos estábamos metidos en el desierto, inundados por el silencio vimos a un conejo amanecer, notable escena mañanera.

Entre cerros llegamos a un arroyo de arenas frías donde nos detuvimos un momento, de pronto oímos el canto de un pájaro que gorgoreaba como esas exotiqueces que inflan su pancita bucal; aunque estábamos cerca no lo vimos, solo nos recordo el sonido del agua que algún día corrió por aquí.

Después de convivir con la naturaleza intercambiamos locuras, ahí sentaditos rodeados de cerros, cada quien platico y escuche las palabras mas cercanas hace mucho no tenia. Que maravilla escuchar los sentidos y darle lugar al moribundo nuestro. Seguro que en esos minutos había un cuarto que nos hablaba.

Si el conejo se queda dormido, apaguen la luz
Si el moribundo habla, cómprenle un i-pod
Si son las 5:45, a gorgorear con café
Si flota la ciudad, es que agua lleva

Mas vale moribundo, que ciego por ver
Mas vale que vallan 3 y hablen 6
Mas vale bueno por conocido, que me sigan
Mas vale pajaro de aquí, que aquí se agujereo