viernes, 15 de mayo de 2009

EXTASIS INFANTIL


Era aquel un castillo de paredes blancas y cielo azul, tenía un suelo gordo, era algo así como andar en la cama de mis Papas, donde trepo almohadas y a Mamá. Pero la diferencia era que en este suelo todo se movía y que cuando lograba subir la primera almohada esta me aventaba y la caída desde tan alto no me dolia nada, era igual de divertido que volar, me gustaba estar aquí donde las paredes y el piso son para brincar y reír.

Aparte el suelo rojo sopla por sus agujeritos y tiene escondites entre las almohadas en donde hay bolitas negras y regalos escondidos. Lo que si no me gusto para nada es que se querían comer mis guaraches blancos. Claro que en cuanto mi Tía me vio allí atorada me los quito rápido para no dejarme sentada sin los brincos. Bajó a dejar los guaraches y se trajo a Gabriela, quien nos veía de atrás un poco asustada.

A mi prima Gabriela le costaba trabajo subir la rampa del castillo, pero subió y aunque se tropezaba con las almohadas, llegó con nosotras gateando. Brincos y brincos gritábamos las dos. Nos la pasábamos en el suelo intentando volver al aire, yo que apenas me levantaba no vi que cuando la pared me volvió a tumbar para volver a ver el cielo y a mi prima que se me atravesaba con su pelo estirado.

Acostada sentía los brincos cercanos y más risa me daba, vientos por todas partes y ya ni calor hacia. Me levante y en un yeyo yeyo descubrí que el castillo estaba rodeado de más niños. No alanzaba a ver quienes eran, yo solo veía las faldas de mi Tía y a Gabriela en el suelo riendo y queriendo volar una vez más.

Cuando llegamos veníamos tarde ya que mi hermanita estaba dormida y no podíamos adelantarnos mi Papa y yo solo. Teníamos que esperar hasta que despertase Marcela. ¿Te vas a llevar las botas, me pregunto Mamá? Claro si no me las he puesto en toda la semana. Marcela se volvió a dormir en el camino, y al fin cuando nos bajamos me emocioné al ver el brinca brinca blanco y saber que no habían invitado a ningún Payaso, de todas maneras traigo mis botas pensé.

Subimos y ahí estaban todas las amigas de mi Mama. ¡Niños en el suelo! había que voltear abajo para no lastimar a nadie, decía Mama. Voltee abajo y ví al final en un rincón enseguida de las pañaleras, una canasta con animales, cocodrilos e hipopótamos los ví desde lejos y me lancé a ellos; al acercarme encontré otros, jirafas, elefantes, leones, serpientes, ratones y un chango de peluche. Los quería tener todos así que tome la canasta y no la solté dando vueltas por toda la fiesta.

Había un aire de libertad, eso era lo mas divertido nadie te regañaba, era pues que las Mamás habían encontrado entretenerse.

Y pensar que hace un año estábamos en el hospital, las nauseas me hicieron olvidar los malos ratos, los olores y el miedo de estar en aquella posición con tanta luz, la ansiedad revuelto con la ilusión de conocer a mi hija, mi bebe que por tanto tiempo había esperado. Ahora la veía rodeada de otos bebes chorreada de su tercera paleta de limón, que chupaba como si fuese el manjar mas esperado en este desierto. Pensaba en si se acordaría que hoy vinieron todos a felicitarla. Sabía que era su día así que la deje ser, ella se olvido de mi; no tenia nadie cercano para sus antojos así que tendría que sobrevivir y averiguárselas ella sola.

Parada en un intentar alcanzar a los de enfrente, dio un paso, se detuvo y dio otro y de ahí se soltó caminando, ¡todos la vimos! condenada criatura necesitaba público para caminar, decía su Papa quien le filmaba detrás de ella. Aplaudimos todos, había en ese momento cumplido un año y las tardecitas comenzamos a cantar, claro que al notar la presencia y atención de todos, volvió al suelo y de ahí tardo en intentarlo otra vez.

Filmé el inicio de su camino, que gusto poder estar aunque sea en el principio, pensé, ahorita de cerca y si se pudiera aunque sea por una ventanita chiquita lo haría. Tengo grabados los pasos, ¿pero a donde quería ir esta niña que la hizo comenzar a andar? Lo que alcanzo a notar ahora que edito el video es que Iliana veía a Francisco constantemente y probablemente iba hacia su canasta que traía Francisco donde estaba ese chango que tanto le gustaba. Ese chango, claro adelante la película y Francisco siguió dándole vueltas con todo los animales, todos menos el chango. Tan tan.

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